Monday, December 01, 2008

La matanza de Acobambilla, 3 de diciembre de 1989

Como parte de un trabajo de campo, conocí Acobambilla el 2006. De inmediato me llamó la atención la remozada plaza del pueblo, y en particular una esquina de ésta, frente al local de la gobernación, donde se encuentra un recordatorio al lado de un monolito, aparentemente sin mucho que ver con el diseño de la plaza. Pero antes de seguir contando sobre esta plaza debo decir que Acobambilla es un distrito en las alturas de Huancavelica, próximo a los riachuelos que dan orígen al río Vilca, cuyo valle se hizo famoso por el caso de la base militar de Manta. Es un distrito antiguo, y su capital esta en un lugar estratégico donde se cruzan las rutas a la ciudad de Hvca., a Huancayo y a las alturas de Yauyos.

Rápidamente hice conversación con la gente y me enteré de la naturaleza del recordatorio, y de los pormenores de lo que ocurrió en ésa plaza, hace casi 20 años.

Las primeras visitas de los cuadros senderistas a Acobambilla datan de 1982. Según un testimonio a la Comisión de la Verdad y Reconciliación, por el mes de setiembre aparecieron por el distrito asaltando estancias, robando dinamita de las minas cercanas, pidiendo dinero, obligando a cocinar para ellos, o saqueando tiendas y viviendas. Su creciente dominio no tuvo respuesta de las autoridades policiales ni en general del Estado, haciendo sus incursiones con total impunidad. Así por ejemplo, el mes de junio de 1983 siete senderistas ingresaron a la escuela de Acobambilla cuando los escolares estaban en plena formación, y durante media hora la “camarada Nelly” expuso en quechua “una charla política” ante los escolares.
En noviembre de ese año asesinaron al ex gobernador y candidato a la alcaldía, Feliciano Yallico (32) y al alcalde de Acobambilla, Erasmo Surichaqui (38), y la misma noche de ese crímen destruyeron locales comunales y quemaron los archivos civiles y muebles de las municipalidad, del juzgado de paz, de la gobernación y de la comunidad. En Acobambilla se perdieron por estas acciones senderistas los registros de nacimiento de 32 años, 30 años de los de matrimonio y 23 años de los de defunción (revista Ideele, nro. 177). Tras dejar letreros con amenazas de muerte a “los soplones” y colocar su bandera, se retiraron del pueblo. Como consecuencia de estos hechos la población comenzó a abandonar Acobambilla, al punto de dejar desolado el lugar, se cerraron los centros educativos, se suspendieron las clases y los profesores se retiraron para no volver.

Los senderistas formaron un “comité popular” con la población que no pudo irse del pueblo, para lo cual designaron como mandos a algunos comuneros
. Bajo el imperio senderista, los pobladores de Acobambilla fueron movilizados para la vigilancia y saqueo de otras comunidades, granjas comunales o de predios de la SAIS Cahuide. Según un testimonio, en marzo de 1983 incursionaron por vez primera en Vista Alegre, organizando una asamblea y manifestando que luchaban “a favor de todos los pobres, contra los ricos”, para luego reunir y torturar a las autoridades locales, promoviendo el terror en la zona y la emigración subsiguiente. El 2 de marzo de 1984 un grupo de senderistas ingresa al anexo de San Martín y asesinan a Lucio Toralba de un balazo en la plaza del pueblo. Esta situación duró hasta que el ejército ocupó los distritos de la cuenca del río Vilca.

Fueron varios los intentos de pedir auxilio de parte de la población, algunos desde los primeros tiempos en que aprecieron los senderistas, como fue el caso de familias de Telapaccha, otros cuando la situación era incontrolable para los civiles, como fue el caso de pobladores de Anccapa. El ingreso del ejército el 21 de marzo de 1984 significó el arrasamiento de Acobambilla. Ese día los soldados asesinaron a Víctor Toralva, Teniente Gobernador que habría estado involucrado en Sendero Luminoso. Cerca de 200 viviendas fueron incendiadas o destruidas en los barrios de Pascuas Pata, la Plaza del Barrio (La Libertad) y Barrio (Ccasapata). Intentando paliar en parte el daño que causaron las tropas, el General Huamán Centeno, en ése momento jefe político militar en Huancavelica, viajó en helicóptero hasta Acobambilla, tal como recuerda un testimoniante:

“Y luego de ocho días vuelven pues los señores militares con helicóptero a la escuela, y todos, niños, ancianos, jóvenes, todos esperábamos con bandera blanca, pidiendo la pacificación porque dice era una seña que se debe mostrar para que haya paz, para que no nos maten [los del ejército]. De esa manera hemos esperado y llegado el helicóptero pues, eeh, aterrizó atrás de la escuela, al borde del río y nosotros apróximadamente de cuarenta personas hemos esperado en la escuela. Entonces llegó el general Huamán. El general Huamán nos llamó con paciencia, con tranquilidad: No tengan miedo, no vamos a hacerles nada, diciendo y nos ha traído un... alimentos a pocos, no?, realmente a todos que estuvimos en ahí nos ha dado unas migajas (...) y luego nos, ehh, nos dijo que tranquilícense, a partir de ahora no va a pasar nada, de esa manera. Entonces, se fue y luego, ehh, los militares quedan en ahí apróximadamente de un mes.” (Testimonio: 304011)


Otro testimonio
señala que pocos meses después llegaron calaminas para la reconstrucción del pueblo. La ocupación militar del distrito supuso la práctica desaparición del dominio senderista, aunque no implicó que su esporádica acción continuara asediando a través del miedo y el terror en la población. De otra parte, con el arribo de las fuerzas armadas se instauró un régimen de control que tuvo en los días domingo un momento de revista obligatoria para todos los pobladores de la parte alta de la cuenca, los que debían reunirse en el poblado de Manta. Tiempo después, aparentemente pacificada la zona y por demanda de la población se decidió que las formaciones dominicales serían en el pueblo de Acobambilla, cada quince días y con ocasión de la feria que se realizaba tradicionalmente.

De acuerdo a los testimonios a la CVR, se instaló una relativa calma en la zona, lo que motivó que hubiese un paulatino retorno de parte de la población desplazada y una reactivación de la vida cotidiana. Así volvieron a funcionar eventos tradicionales como la mencionada feria, y funciones y cargos comunales como el Juzgado de Paz y la Administración Comunal, aunque la alcaldía o la gobernación se ejercieron desde entonces por encargo directo del ejército. También se reabrió la oficina del registrador civil y se formó una “junta de vecinos” en ausencia del concejo municipal. Así por ejemplo, Paulino Chupayo Huamán, de Acobambilla, fue designado como gobernador distrital en 1985, y al año siguiente asumiría el cargo de Juez de Paz, hasta el año 1987.

Hacia 1986 la zona era reconocida como “tranquila”
, y sólo se recibía la visita de las patrullas del ejército que además exigían el apoyo de la población con ganados, carne y leña. Pero la relativa ausencia del senderismo en la zona, con sus extorsiones y abusos, fue reemplazada por la presencia militar, de cuyas bases solían salir patrullas hacia los pueblos, a menudo para exigir cupos en bienes y servicios a la población, arrancados por la fuerza o bajo amenaza de castigos. Así a través de la mano de obra obligatoria se construyó en 1986 la base de Manta. Irónicamente, la paz militar permitió el retorno paulatino del abigeato en la zona, confundido a menudo con las incursiones militares -o senderistas- o en contubernio con estos. Fue a mediados de 1989 que Paulino Chupayo fue nombrado una vez más como Gobernador del distrito, cargo que ejercería hasta el día de su asesinato por Sendero Luminoso.
Las primeras semanas de noviembre de 1989 dos conocidos abigeos de Telapaccha roban alpacas cerca de ese lugar
. En un testimonio se señala que Francisco Yallico había sufrido el robo de “14 llamas machos y 2 hembras”, planteando su denuncia a las autoridades de Acobambilla. Un grupo de pobladores, harta de estos hechos, habría avisado a los senderistas acerca de la identidad de los abigeos. Estos finalmente habrían huido tras conseguir negociar con los subversivos. En otras versiones se sospecha mas bien que habrían buscado impunidad eliminando a sus perseguidores, y que éste habría sido otro móvil detrás de la asonada senderista del 3 de diciembre. Los abigeos ya habían sido detenidos por los pobladores de Vista Alegre, que los castigaron físicamente por causa de los robos. Finalmente, buscando un arreglo definitivo se les convocó a Acobambilla para el domingo 3 de diciembre, día de feria, y en la que se reunirían las autoridades de comunidades y anexos afectados por los acusados.

“El 03/12/1989, a las cinco de la mañana, en Acobambilla, distrito del mismo nombre, un grupo armado de militantes del PCP-SL, entre hombres y mujeres, ingresó a la casa de Reynaldo Surichaqui, Ricardo Surichaqui, Nicomedes Torres y Anacleto Villazana; los amarraron y los condujeron a un corral cercano. En dicho lugar, antes de dirigirse a la plaza del distrito, los subversivos se vistieron como militares y algunos se untaron el rostro con la sangre de un carnero recién degollado. A las ocho de la mañana, llegaron a la plaza, en momentos que se realizaba una feria intercomunal, así como una asamblea con los líderes locales de los anexos de San Martín, Vista Alegre y del mismo Acobambilla. De inmediato, los subversivos reunieron a todos los presentes; aquellos que tenían la cara pintada fueron presentados como supuestos miembros del PCP-SL y pusieron a consideración su ejecución. Además, como acostumbraban hacer los militares, exigieron izar la bandera nacional. A continuación, sacaron una lista para llamar por su nombre a las autoridades, los que fueron ordenados en columnas de a dos y llevados al local de la gobernación. Allí les amarraron las manos con sogas y los golpearon uno a uno. Después fueron conducidos nuevamente a la plaza, donde primero les cortaron la lengua, les echaron arenilla en la boca y en los ojos y los asesinaron a cuchilladas. El único que fue asesinado a tiros fue Héctor Diego Lázaro, quien intentó escapar de sus captores. Después de matar a las autoridades, el resto de la población, que había sido encerrada en el local municipal, fue formada frente a los cadáveres. Los asesinos les advirtieron no recoger los cuerpos y les impartieron una charla de adoctrinamiento senderista. Antes de retirarse, quemaron la Municipalidad y todos los archivos y saquearon algunos negocios de la feria.” http://www.cyberline.com.pe/pdfaprodeh/tomo_9/PDFSAnexo4/HUANCAVELICA.pdf
Autoridades y comuneros asesinados el 3 de diciembre de 1989 en San José de Acobambilla:

Acobambilla:

1. Paulino Chupayo Huamán (Gobernador de Acobambilla, del barrio de Cashapata)
2. Reynaldo Surichaqui Camacllanqui (hijo del alcalde, era Secretario del Concejo distrital)
3. Nicomedes Torres Ignacio (ex presidente, era del barrio San Cristóbal)
4. Máximo Apumayta Toralba (Teniente Gobernador del barrio Santa Rosa)
5. Anacleto Villazana (Teniente Gobernador)
6. Juan Bejarano Reza (Teniente Gobernador auxiliar, era del barrio de Cashapata)
7. Donato Yallico Gonzáles (Teniente Gobernador era del barrio de Cashapata)
8. Tiburcio Yallico Ignacio (Pastor de la Iglesia Evangélica, del barrio de Santa Rosa)
9. Ricardo Surichaqui Huiza (Teniente Gobernador era del barrio San Cristóbal)

Anexo San Martín:

10. Armando Sueldo Mendoza (Teniente Gobernador)
11. Daniel Sueldo Mendoza (comunero)
12. Florentino Pariona Mendoza (Juez)
13. Rómulo Sáenz Huiza (comunero)
14. Honorato Paucar Yallico (Teniente Gobernador)
15. Francisco Yallico Sáenz (Teniente Gobernador)

Anexo de Vista Alegre

16. Julio Ignacio Toralva (Presidente de Administración)
17. Roberto Huamán Arizapana (comunero)
18. Félix Reza Toralva (Presidente de la Asociación de Padres de Familia)
19. Mario Yallico Mendoza (Teniente Gobernador)
20. Héctor Diego Lazaro (Fiscal)
Varios pobladores huyeron en dirección de Manta, donde se encontraba la Base Contrasubversiva del ejército, pero la reacción de éste fue la de enviar una patrulla días después, en tanto la población volvió a huir del pueblo, desapareciendo por muchos años la tradicional feria dominical. La matanza de Acobambilla, atribuida a Sendero Luminoso, motivó un juicio años después, cuando varios detenidos por abigeato en Huancayo, fueron reconocidos por gente de Acobambilla como los asesinos del año 1989.
La matanza de Acobambilla fue la más cruenta de la acciones senderistas en Huancavelica, a fines de la década de 1980, mientras en otros lugares de la cuenca del río Vilca la organización de rondas campesinas permitió resistir sus incursiones. Así por ejemplo, alrededor del día de las elecciones generales de 1990 se registró un enfrentamiento entre el pueblo de Huallahuara, en el extremo norte de la cuenca del río Vilca, y un grupo senderista, cuando este intentó tomar el lugar para boycotear el sufragio, muriendo en la refriega Benjamín Anquita Pomar, quedando varios heridos y poniendo en fuga a los subversivos.

El 2005 la municipalidad inició la remodelación de la antigua plaza. Desaparecida la feria como efecto de la matanza de 1989, y en el marco de "modernizaciones" que atraviesan los municipios alentados con los nuevos ingresos en sus economías, la plaza se convirtió en el lugar casi natural para dar cuenta del progreso local. La obra pensaba librarse del monolito que yace clavado en una de las esquinas, la llamada "piedra de los ancestros" casi es retirada cuando la población deliberó acerca de los sentidos que ella entrañaba, uno de ellos, el más señalado, es que al pie de la piedra se colocaron los cuerpos de las 20 personas asesinadas esa mañana de diciembre. El lugar era algo más que el tiempo marcado por la piedra de los ancestros, o quizás mejor decir, el pasado estaba redefinido por la huella de lo ocurrido en 1989. Un cambio en la propuesta arquitectónica terminó en un espacio conmemorativo, con una placa donde están estampados los nombres de todos los muertos ése día, casi todos autoridades de las comunidades del distrito. Fue una iniciativa autónoma de la municipalidad, y un empeño propio por significar algo más que progreso o moderno en una plaza.