Saturday, February 21, 2009

Veinte años sin justicia · ELPAÍS.com

Veinte años sin justicia · ELPAÍS.com

REPORTAJE: EL 'CASO ELLACURÍA'
Veinte años sin justicia
La matanza del jesuita Ignacio Ellacuría y otras siete personas en El Salvador sigue impune. La Audiencia Nacional tropieza con obstáculos para instruir una causa contra los implicados

Duch sólo torturaba para matar · ELPAÍS.com

Duch sólo torturaba para matar · ELPAÍS.com

Camboya juzga a cinco jefes de los jemeres rojos por genocidio
JUAN JESÚS AZNAREZ - Madrid - 22/02/2009

La prisión gobernada por el profesor de matemáticas Kaing Guev Eav, alias Duch, juzgado en Phnom Penh por crímenes contra la humanidad, ejecutó los asesinatos masivos programados por los ideólogos de los jemeres rojos para instaurar en Camboya una tiranía maoísta y campesina. "Camarada, más vale una Camboya poco poblada que un país lleno de incapaces", dijo Duch a François Bizot, en 1971, durante el cautiverio del investigador francés en manos de los jemeres.

Sunday, February 15, 2009

Página 12
Lunes, 16 de Febrero de 2009
“En nuestra última crisis los prejuicios se agudizaron”
En su libro Eramos tan pobres... De la caridad colonial a la Fundación Eva Perón repasa cómo y por qué la pobreza fue distinta en cada período histórico y cuáles fueron los roles de la Iglesia Católica y sus cofradías, de la Sociedad de Beneficencia y del Estado.

Saturday, February 14, 2009

El País, domingo 15 de febrero del 2009

¿Debe España recordar el franquismo?
RAMIN JAHANBEGLOO


La llamada Ley de Memoria Histórica ha desatado un torbellino de debates en España. Según algunos españoles, el país tiene que mantener enterrado el pasado; de no ser así, la sociedad española se desgarraría totalmente. Pero España no es el primer país que se enfrenta a la pregunta sobre si debe o no recordarse un pasado atroz. Al abordar esta cuestión, es muy importante plantearse en primer lugar quién quiere olvidar. Y en segundo, saber si alguna víctima ha olvidado.
Cuando una nación tiene el valor de hacerse preguntas sobre su pasado, no sólo se trata de recordar su historia, sino de romper el silencio y de reivindicar la dignidad de las víctimas. En consecuencia, también tenemos que preguntarnos si recordar es un fin en sí mismo o si es el principio de un auténtico proceso de reconciliación y construcción de la paz. Como señaló James Joyce, "la historia es una pesadilla de la que tratamos de despertar".

Para poder despertar, no es preciso ni amar el pasado ni odiarlo, sólo comprenderlo y superarlo. Y sólo siendo fieles a la verdad de la historia podremos lograr ambas cosas. Conocer la verdad histórica puede ser doloroso, pero no cabe duda de que es enormemente liberador. Con ese conocimiento, una nación puede dejar de lado el dolor.

En muchos países del mundo los procesos de conocimiento de la verdad histórica estuvieron congelados durante años. En las dictaduras de países de África, Latinoamérica y Oriente Próximo, la gente se vio obligada a vivir con culpa y la dignidad se convirtió en algo sin valor. Irónicamente, eran los oprimidos, no los opresores, los que se sentían culpables. A la gente comenzó a desagradarle su pasado, pero no podía cambiarlo. Las personas eran culpables de vivir en el lugar y el momento equivocados.

Sin embargo, la historia siempre encuentra formas de juzgarse y condenarse a sí misma. Echemos un vistazo al caso de Suráfrica. La Comisión de la Verdad y la Reconciliación dio a los surafricanos la posibilidad de lidiar con su pasado partiendo de una base moral consensuada y de avanzar así hacia la reconciliación. En Suráfrica, las víctimas colocaron la necesidad de verdad y de reconocimiento por encima de la necesidad de reparación. En ese país, la cuestión no radicaba en si se imponían compensaciones monetarias o reparaciones simbólicas (o ambas). Lo primordial era la necesidad de verdad en un contexto de transición política negociada. La sustitución de la justicia punitiva por la recuperación de la verdad posibilitó que todo el mundo accediera a la información, proporcionando al mismo tiempo un testimonio incontestable sobre cómo habían tenido lugar los abusos y las vulneraciones de derechos individuales. Y el hecho de revelar la verdad sirvió para prevenir posibles violencias futuras.

En el caso español, la mayoría de los pretextos presentados para no recordar la época franquista es aquello de que no debemos reabrir las heridas del pasado. Pero negando ese pasado nunca podremos cerrar tales heridas. Si una nación, o una gran parte de ella, tiene la necesidad de recordar es porque no ha olvidado. El perdón asociado al olvido es la opción más tentadora para criminales y opresores, pero siempre es mejor perdonar sin olvidar.

Un proceso de recuerdo no sólo tiene que constituir una oportunidad para que las víctimas muestren su verdad, como hicieron los judíos respecto a la Segunda Guerra Mundial y los campos de concentración nazis, sino un método para que el conjunto de la sociedad construya una historia común. También sirve para que cada sociedad afronte sus pesadillas, acepte la responsabilidad de lo ocurrido y haga cambios que garanticen que esas atrocidades no vuelvan a ocurrir jamás.

El recuerdo debe ser un punto de partida que sirva para ver la propia historia con los ojos de las víctimas. Y debe ir vinculado a una nueva concepción del futuro. No tiene sentido volver la vista al pasado si no nos ayuda a crear un futuro mejor.

Una nación no puede cicatrizar sus heridas mientras la memoria colectiva esté en suspenso. La concesión de memoria histórica a las víctimas del periodo franquista es una forma de devolverle a la historia española la dignidad que merece. Pero también servirá para sacar a la luz realidades de la historia contemporánea española largo tiempo ocultas, proporcionando de manera retroactiva dignidad a los vencidos por esa misma historia. De este modo, la memoria de las víctimas del régimen franquista podría convertirse en un gran antídoto contra el odio y el prejuicio en España.

Sólo una sociedad que sepa cómo recordar al unísono sabrá cómo respetar la dignidad de la diferencia. Y el valor de ésta depende totalmente de la comprensión de sus límites. Dicho de otro modo, la historia debe escribirse por y para las víctimas que fueron abandonadas por la historia. No debemos olvidar el rastro de sangre y de lágrimas que la historia siempre deja a su paso. Un pueblo libre no puede permitirse olvidar las atrocidades de su pasado.

Ha llegado el momento de que España ponga al día su perspectiva histórica, reduciendo la brecha existente entre la memoria de las víctimas y el futuro de la democracia. La historia de la libertad tiene que ver con la posibilidad de juzgar libremente la propia historia.

Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.
Ramin Jahanbegloo, filósofo iraní, es catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto (Canadá).

La República, 14 de febrero del 2009.

Restos de 28 comuneros asesinados en
Huancasancos en manos de familiares

Al fin, después de 26 años de ocurrida la matanza. Acusan a militares por la muerte de los comuneros que fueron enterrados en 23 fosas comunes. Familiares piden justicia.
Elías Navarro. Ayacucho.

Ver más aquí
(Fuente del dibujo: Asociación SER)

Sunday, February 08, 2009


Darwin, sin censura · ELPAÍS.com
FRAGMENTO LITERARIO: LECTURA
Darwin, sin censura
La autobiografía de Charles Darwin, publicada en 1877, fue mutilada por su esposa porque estaba escrita "con demasiada libertad". El autor de El origen de las especies, del que ahora se cumplen 200 años de su nacimiento, exponía, por ejemplo, que el cristianismo le parecía "una doctrina detestable". Este libro, según la editorial Laetoli, recupera los párrafos censurados (en negrita)

Sunday, February 01, 2009

Semana

Tirofijo’, por su mejor amigo.
Guaracas describe a ‘Tirofijo’ como un campesino comunista, aguerrido y estratega militar empírico
DOCUMENTO Esta es la biografía de los primeros años de guerra de Pedro Antonio Marín contada por Jaime Guaracas, uno de sus más antiguos compañeros de armas.
Sábado 31 Enero 2009