Sunday, November 19, 2006

Diario La Nación
Cultura
Domingo 19 de noviembre de 2006

Uno de los textos ganadores del concurso Periodistas por un Día

La dictadura, según los estudiantes secundarios

En una escuela de Barracas reflexionaron sobre la memoria

Esta nota fue seleccionada en el certamen nacional Periodistas por un Día, organizado por el Programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación, la Asociación de Editores de Diarios de Buenos Aires (AEDBA) y la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA). Somos dueños de la historia de nuestra historia. No importa cuán lejos o cerca hayamos estado de los hechos. Tenemos derecho a opinar. A contar el horror que vivimos o contar lo que sentimos cuando nos enteramos de ese horror.
La película Garage Olimpo pone al descubierto los mecanismos del terrorismo de Estado en la Argentina. Una joven maestra que enseña en villas de emergencia y es militante de una organización política es secuestrada durante la dictadura. En un principio, la llevan a un centro clandestino donde es torturada y maltratada. Sin embargo, ella no deja de luchar contra la represión. En ese lugar queda a cargo de Félix, quien era pensionista en su casa, y está enamorado de ella. La relación entre ambos irá derivando hacia un final demoledor.
La película revela la cruda realidad de la represión sin golpes bajos, sin artilugios ni tono panfletario. Las imágenes, nunca obscenas, construyen un drama que culmina en uno de los momentos más poderosos del cine argentino. Se recomienda a todo el que desee saber lo que sucedió hace 30 años, pero también a los adolescentes, que mañana deben estar dispuestos a no dejar que existan las injusticias y los horrores, para poder vivir en democracia.
El 24 de marzo, toda la escuela reflexionó sobre el golpe militar, la dictadura y el genocidio. Aquí se recogen algunos testimonios de los chicos acerca de esos sucesos:
"Cuando yo estaba en sexto grado, surgió el tema y la profe me dijo que éramos chicos y que en la secundaria nos iban a contar. El tiempo pasó y el 17 de marzo de este año a mi sobrina le mandaron preguntas sobre el 24 de marzo de 1976. Entonces saqué el tema en la clase de historia, porque a mí siempre me interesó profundizarlo. Mi papá me contó algo; lo que pasó fue un horror. A veces me pongo a pensar y digo: «¿Los militares no tenían sangre o familiares? ¿Cómo pudieron matar a tanta gente o hacerla desaparecer?». Lo único que espero es que no vuelva a pasar más." (Romina Cano, 3° año, turno mañana.)
"Torturas, secuestros, fusilamientos es todo lo que se recuerda de aquella época. Yo ahora escucho la historia y me parece increíble e imperdonable, y me duele que la gente haya tenido que sufrir tanto, vivir con miedo, sin derecho a la libertad de opinión y elección. No tengo palabras para expresar lo que siento en este momento." (Carla Villarroel, 2° año, turno mañana.)
"Si yo hubiera estado en tiempos de la dictadura militar, hoy estaría dolido por todas las personas desaparecidas, y avergonzado, porque los chicos que llevaron a los centros de detención clandestinos estaban peleando por sus derechos." (Carlos García, 2° año, turno mañana.)
La profesora Liliana Dellarosa, quien dicta historia y literatura, compartió con nosotros sus memorias de la época de la dictadura militar. Su relato puede servir para valorar lo que ahora tenemos, y ella no tuvo:
"Recuerdo cosas que me pegan mucho, vivencias personales, en un ambiente enrarecido. Yo cursaba la escuela secundaria y justo el día del golpe era mi cumpleaños. El 24 de marzo de 1976 amanecimos golpeados. Ese día, mis familiares no pudieron estar conmigo porque no se podía ni salir ni estar en la calle. Más adelante en el tiempo, tuve otras experiencias: nos palpaban de armas, nos revisaban los libros y apuntes para ver si teníamos elementos activos, como llamaban en esa época a los volantes y panfletos de los grupos subversivos.
"En una oportunidad, mientras estudiaba en el profesorado de La Plata, cuando había bajado del tren, se me acercó un militar y, apuntándome con su arma, me pidió el número de documento. Yo me acordaba sólo de que empezaba con 12 millones y terminaba en 708. Las cifras del medio se me olvidaron del susto. El soldado me ordenó: «De ahora en adelante me lo va a estudiar de memoria y no se me lo olvida más. Y si pasa cualquier cosa, ustedes dos (yo iba con una compañera) entran en el baño de la estación y se tiran al piso». Ahí me di cuenta de que ellos no sabían muy bien a quién buscaban. No era ni a mí ni a mi compañera".
El que no sabía
"Mi tío era pintor y un día lo llamaron para hacer un trabajo en una casa. Ahí vivían una señora y su hijo. Después se supo que los dos eran militantes políticos. Cuando ya estaba todo preparado para pintar, golpearon a la puerta. Era gente de la represión. La dueña de la casa y el hijo se escondieron. Mi tío no entendía nada. Pero cuando él también se quiso esconder, ya era tarde. Los otros rompieron la puerta a patadas; lo agarraron a él. A la dueña de la casa la llevaron aparte. A mi tío y al hijo los encapucharon y los metieron en un jeep. Mi tío decía: «Yo hago changas; no sé nada». Por lo que después pudo saber, los llevaron a Ezeiza, a una fábrica abandonada. Ahí los separaron.
"A mi tío primero lo apoyaron contra una pared y lo golpearon. Le sacaron la capucha y vio que ahí había tres prisioneros más, que estaban atados a la pared. Después lo torturaron. Lo tenían ahí. Le decían que él era militante montonero. Entraron unos tipos con metralletas y se llevaron a uno. Mi tío seguía diciendo que él no tenía nada que ver y ahí no más el otro le pegó un tiro en la pierna y lo dejó en el suelo tirado. Al otro día lo encapucharon y lo subieron a una camioneta. Hicieron un viaje largo y lo tiraron en medio de un descampado. Nadie tiene tanto derecho a hacer tanta maldad. Para mí, a estos tipos hay que juzgarlos y castigarlos como se merecen." (Juan Pablo Paz, 16 años, 1° año, turno tarde.)

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