Hoy Nelson Manrique me hizo conocer un episodio de la historia aprista muy poco conocido, y menos atendido por los historiadores del presente. El intento levantisco de 1954 es un antecedente de las guerrilas del 65 interesante de observar, primero porque es anterior a la revolución cubana y su estela romántica con la que se suele asociar a los subsiguientes empeños del MIR y el ELN. Y luego porque el motivo de la conspiración de 1954 -con apoyo del MNR y Perón, nada menos- era fundamentalmente rescatar a Haya de la Torre, exiliado dentro de una embajada en Lima.
La última insurrección del APRA
Nelson Manrique
Perú 21, 7 de enero del 2008.
Una página poco conocida de la historia del Apra es la insurrección frustrada emprendida por un grupo de jóvenes apristas en 1954.
El movimiento era parte de un vasto plan concebido en Buenos Aires por Manuel Seoane, Luis Barrios y Armando Villanueva del Campo.
Preveía derrocar a Odría para liberar a Haya de la Torre, que estaba cautivo en la embajada de Colombia y contaba con el apoyo de Juan Domingo Perón y del MNR boliviano. El plan consideraba una invasión al Perú desde Bolivia, donde se entrenarían apristas provenientes de varios países, y otra por el norte, dirigida por Luis de la Puente Uceda y Guillermo Carnero Hooke.
Los preparativos para el alzamiento en el sur fracasaron debido a la infidencia de un periodista aprista, que alertó al gobierno de Odría, provocando el fin del apoyo de Perón.
En el norte los conjurados avanzaron más. Perón aportó "un préstamo de millones de pesos argentinos y una venta 'favorable' de 3 mil fusiles, 2 aviones B30, 4 millones de cartuchos, pistolas, granadas, etc.". Los exiliados apristas en México contaban además con el apoyo de los gobiernos dominicano, panameño, ecuatoriano y venezolano (Testimonio de Carnero Hooke, Juan Cristóbal: ¡Disciplina compañeros! Lima, 1985).
El movimiento debía iniciarse en Cajamarca, con la conducción militar de un general amigo del Apra exilado en Quito, Juan de Dios Cuadros. Los dirigentes de la insurrección recibieron una intensiva preparación militar de Cuadros y de un mayor ecuatoriano de apellido Arosemena, que se había especializado en guerra de guerrillas en África. Los preparativos para la insurrección se encontraban avanzados, se había contactado gente en Trujillo y Chiclayo y comprometido a dos guarniciones en Piura, aparte del apoyo de los militantes apristas del norte, pero cuando estaban por iniciar las acciones recibieron una contraorden; se temía que un levantamiento repentino pusiera en peligro la vida de Haya. Cuando este logró finalmente salir de su cautiverio hacia el extranjero y se enteró de la conspiración la desautorizó, acusando al general Cuadros, a De la Puente y a Carnero de "agentes del comunismo internacional". Volvía a plantearse la figura, tantas veces repetida en la historia del Apra, de una iniciativa insurreccional lanzada por una parte de la dirección, acogida con entusiasmo por las bases, y desautorizada a última hora por la dirección máxima del partido.
La aventura terminó con la captura de Carnero y De la Puente. Permanecieron en prisión hasta después de la caída de Odría. De la Puente invocaría luego este antecedente, cuando decidió lanzarse a la acción guerrillera con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (inicialmente Apra Rebelde), en 1965.
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